Discurso Por Radio Del Presidente A La Nacion - 2 de septiembre de2000

LA CASA BLANCA

Oficina del Secretario de Prensa
(Skaneateles, Nueva York)


Espérese para su publicación
hasta las 10.06 de la mañana, hora oficial del Este
del sábado 2 de septiembre de 2000

 

DISCURSO POR RADIO DEL PRESIDENTE
A LA NACIÓN
Skaneateles, Nueva York

 

EL PRESIDENTE: Buenos días. Este fin de semana de celebración del Día del Trabajo, en el que descansamos rodeados de nuestra familia, honramos a los hombres y mujeres trabajadores que han contribuido a forjar la economía más fuerte de la historia de nuestro país. Con más de 22 millones de nuevos puestos de trabajo, unos superávit sin precedentes y el menor índice de desempleo en 30 años, todos los estadounidenses tenemos el derecho a sentirnos orgullosos.

Pero aun en esta época de prosperidad excepcional, millones de norteamericanos todavía trabajan cada día por el salario mínimo. Hoy deseo hablar de darles un aumento bien merecido.

Todos conocemos a alguien que trabaja por el salario mínimo, y que a menudo lucha por apenas sobrevivir. Personas como Cheryl Costas, una madre con cuatro hijos que conocí hace algunos meses. Cheryl es de una pequeña ciudad de Pensilvania. Trabaja en una tienda utilitaria y gana el salario mínimo con el fin de mantener a sus hijos y a su marido inválido. Tal como ella me dijo, "$5,15 por hora no paga las facturas. No pone comida en la mesa".

Setenta por ciento de todos los trabajadores que perciben el salario mínimo, como Cheryl, son adultos; casi el 50 por ciento de ellos tiene un trabajo de jornada completa, y el 60 por ciento son mujeres. En muchos casos, son las únicas proveedoras de la familia, luchando por criar a sus hijos con $10.700 por año. Estos estadounidenses laboriosos necesitan un aumento.

Hoy hace más de siete años que nuestra administración ha tratado de construir un país que promueva la responsabilidad y recompense el trabajo. Por eso aumentamos casi al doble el Crédito Fiscal de Ingreso Percibido para reducir los impuestos que pagan millones de padres trabajadores oprimidos bajo una gran carga de problemas; por eso aprobamos un crédito fiscal del niño de $500 que beneficia a 15 millones de norteamericanos; por eso proporcionamos recortes fiscales para matrícula universitaria que han beneficiado a 10 millones de familias; por eso hemos luchado por aprobar la Ley de Permiso Familiar y Médico que ha beneficiado a más de 20 millones de estadounidenses y que les ha permitido disponer de algún tiempo libre para atender a un bebé recién nacido o a una madre o un padre enfermo; por eso hemos trabajado a favor de una mejor cobertura de atención de salud y de cuidado infantil; y, por eso, en 1996, firmé una ley orientada a elevar el salario mínimo a $5,15 por hora en un periodo de dos años.

Ha llegado el momento de una nueva mejora. En realidad, hace más de año y medio, propuse el aumento de un dólar en el salario mínimo en un periodo de dos años. Es una mejora modesta que sólo restaura el salario mínimo a su nivel de 1982 en términos de dólares reales.

Aun así, no es insignificante para más de 10 millones de estadounidenses que trabajan por el salario mínimo. Para un trabajador de jornada completa significa otros $2.000 anuales: suficiente para que una familia de cuatro personas compre alimentos durante siete meses o pague su alquiler durante cinco meses.

Pero un mes tras otro, incluso con apoyo bipartidista del Congreso, los dirigentes republicanos han mantenido archivada nuestra propuesta de elevar el salario mínimo, con un costo de $1.000 en ingresos no percibidos para el trabajador promedio de jornada completa. Hasta el momento, ha sido la víctima de cada maniobra legislativa en la agenda del Congreso, desde adiciones al proyecto de ley sobre píldoras venenosas hasta la defensa de la carrera armamentista por parte de intereses especiales.

Algunos republicanos incluso han vuelto a sus consabidos ataques de 1996, la última vez en que aumentamos el salario mínimo. En ese año, calificaron el aumento de –y cito– "destructor del empleo" que –y cito– "llevaría a una ola de delincuencia juvenil de proporciones épicas". Pues bien, compatriotas, lo único que ha tenido proporciones épicas desde 1996 ha sido el continuo crecimiento de nuestra economía. Desde la última vez que elevamos el salario mínimo, nuestra economía ha creado más de 11 millones de nuevos puestos de trabajo y la delincuencia juvenil ha ido disminuyendo cada año. Un estudio tras otro ha demostrado que elevar el salario mínimo no sólo es lo correcto para las familias trabajadoras, es lo inteligente para nuestra economía.

De manera que mi mensaje al Congreso es sencillo: Déjense de evasivas. Si se trata de reducciones fiscales para los ricos, o de escapatorias legislativas para intereses especiales, este Congreso se mueve a una velocidad vertiginosa. Es hora de que los dirigentes republicanos dejen de aplicar el freno al salario mínimo.

La semana pasada, con la rápida aproximación de las elecciones, hemos percibido indicios de que los dirigentes republicanos pueden mostrarse por fin dispuestos a colaborar con nosotros. Así pues, cuando regresen a Washington la próxima semana, les insto a que me envíen un proyecto de ley sobre el salario mínimo como primer punto de la agenda de trabajo. También debería incluir un paquete de recortes fiscales moderados sobre el que todos puedan estar de acuerdo, sin cláusulas dañinas que amenacen las protecciones de horas extraordinarias.

Una vez alcanzada la victoria para las familias trabajadoras, podremos ponernos a trabajar en otras prioridades apremiantes: la educación, la Seguridad Social, Medicare, la cobertura de medicamentos comprados con receta, una declaración de derechos del paciente, un paquete fiscal para la clase media (incluidas deducciones para matrícula universitaria) y el pago de la deuda. Ahora bien, aumentar el salario mínimo no sólo entraña dólares y centavos, también entraña valores fundamentales: todos cuentan; el trabajo de cada uno debe ser recompensado; todos salimos beneficiados cuando nos ayudamos.

Los trabajadores estadounidenses han cumplido con su parte del acuerdo, cumplamos con la nuestra y honremos el Día del Trabajo como se debe, dando a los trabajadores norteamericanos el aumento que se merecen.

Gracias por su atención. FIN



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