Discurso Radial del Presidente al País - 12 de agosto de 2000


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Sábado, 12 de agosto de 2000
Discurso Radial del Presidente al País - 12 de agosto de 2000
EL SALÓN DE LOS MAPAS

EL PRESIDENTE: Buenos días. Estos son tiempos buenos para el país. Tenemos la economía más sólida de todos los tiempos. Y a lo largo y ancho de nuestro país, los ciudadanos de diversas edades y origen étnico trabajan juntos para fortalecer la interrelación de nuestras comunidades.

Hoy quiero referirme a algunos progresos sorprendentes que ha hecho nuestra sociedad durante los últimos ocho años: la criminalidad está en su nivel más bajo en los pasados 25 años; las nóminas de la beneficencia son las más pequeñas en 30 años; y un nuevo informe de los Centros para el Control de Enfermedades muestra que ha disminuido el nivel de embarazos de adolescentes por octavo año consecutivo, y ahora tenemos la menor tasa de embarazos y nacimientos entre adolescentes en 60 años. Esto es un logro sorprendente.

Tengan presente lo siguiente: si la tasa de embarazos entre adolescentes se hubiera mantenido igual que en su punto más alto en 1991, las madres adolescentes habrían dado a luz a otros 120,000 bebés en el transcurso del presente año. Este descenso es una noticia maravillosa y una prueba más de que juntos podemos hacer progresos reales con respecto a problemas sociales que algunos dijeron que estaban más allá de nuestro alcance. Esto es un homenaje a los grupos comunitarios y religiosos, a maestros y familias y, por supuesto, a los propios adolescentes.

Desde el inicio de nuestra administración, nos hemos dedicado a restablecer el sentido de que la responsabilidad y la oportunidad son los cimientos de una fuerte comunidad estadounidense. Hace cinco años, hicimos un llamado a los padres y a los líderes comunitarios para lanzar una campaña nacional que evitara los embarazos precoces. Al siguiente año, trabajamos al margen de líneas partidistas para poner en práctica una reforma del sistema de beneficencia, el cual requiere que los padres menores de edad permanezcan en la escuela y vivan bajo supervisión de los adultos.

También exigimos que los padres cumplieran con sus obligaciones, y hemos duplicado la recaudación de dinero de manutención infantil. Hemos aumentado las asesorías, hemos promovido la abstinencia y hemos vinculado a los niños con mentores, documentando nuestros logros en un informe al Congreso esta semana.

A pesar de este progreso, sabemos que demasiados niños estadounidenses todavía dan a luz a otros niños. Como amigos y vecinos, tenemos que ayudar a estos jóvenes a aprender y a crecer.

En el día de hoy estoy tomando una serie de medidas para promover un enfoque innovador que todos sabemos que dará buenos resultados. Se llama "Hogares de Segunda Oportunidad", una idea que el vicepresidente Gore y yo hemos respaldado durante mucho tiempo, y que había sido patrocinada anteriormente por los senadores Moyniham, Kent Conrad y Joe Lieberman.

Estos hogares proporcionan a las madres adolescentes y a sus bebés un ambiente seguro, acogedor y supervisado. Las adolescentes reciben la ayuda que necesitan para terminar sus estudios. Aprenden a cuidar a sus hijos y a administrar un presupuesto. Algunos hogares también trabajan con los padres adolescentes.

Los expertos afirman que las madres que permanecen en estos hogares son menos propensas a tener otro hijo o a sumarse a la beneficencia, y más dadas a estudiar y encontrar trabajo. Leí sobre una joven de Massachusetts que quedó embarazada a los 14 años, y en poco tiempo se separó de su familia, sin tener dónde vivir. Con la ayuda de un Hogar de Segunda Oportunidad, pudo poner nuevamente de pie, recibir apacitación en una universidad comunitaria y ha abandonado las filas de la beneficencia para convertirse en una orgullosa madre trabajadora.

Los Hogares de Segunda Oportunidad son una buena idea y disfrutan de respaldo bipartidista. He solicitado al Congreso que asigne $25 millones para establecer más de dichos hogares en todo el país. Ahora debemos emprender acciones bipartidistas para dar a las madres y a sus bebés la esperanza de un mejor futuro.

Sin embargo, muchas familias no deberían tener que esperar que el Congreso actuara. Por eso es que hoy he instruido a las secretarías de Salud y Servicios Humanos y de Vivienda y Desarrollo Urbano a que trabajen juntos para ayudar a más comunidades en todo el país a abrir Hogares de Segunda Oportunidad.

Primero, facilitaremos a las comunidades y a los grupos religiosos a adquirir propiedades vacantes o que hayan sido ejecutadas por los bancos, para que establezcan dichos hogares para las madres adolescentes.

Segundo, proporcionaremos a las comunidades las instrucciones sobre cómo crear Hogares de Segunda Oportunidad, y una ruta para conseguir los recursos federales y estatales que necesiten para poder establecer dichos hogares.

Extendemos esta ayuda a esas familias porque es lo correcto y porque, con el tiempo, ayudará a que los embarazos precoces disminuyan aún más. Con estos pasos, haremos más para que los programas de beneficencia sean lo que deben ser, una segunda oportunidad, no un medio de vida. Si trabajamos juntos con espíritu de progreso y respeto, podemos contribuir a que todos saquen el mayor provecho de sus propias vidas.

Gracias por escucharme.

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